lunes, 9 de junio de 2008

La patojita de los ojos de sauco

[1]

Hace ya muchos muchos años, que ni con las semillas de tz'ite' del tiempo[2] de mi abuelo se pueden contar, vivía en Ojer Tinimit[3] una patoja[4] rechula con la piel tostada por el sol como el moreno de las ollas de Chuiaj[5]. Tenía unos ojos negros negros como una piedra de obsidiana o como las frutitas de sauco. Dice mi abuelo, que muchos años tiene y no puede mentir, que vivía ya con su patojo en un ranchito de pajón. A saber si ya habían hecho el tz'onoj[6], pero lo más seguro es que el patojo adelantado se la había robado después de la tercera pedida y la había hecho su mujer.

El patojo era tan pobre, tan pobre, que apenas tenía en propiedad el azadón para la milpa que año con año sembraba en las tres cuerdas de terreno que le heredó su abuelo, y eso que porque dicen que era su k'axel.[7] Las únicas dos mudas de ropa que tenía las alternaba un día una y otro día otra, para que su joven compañera las lavara porque le gustaba andar renítido. Siempre le acompañaba un su gatomonte[8] que decía él era su león. Y por el mentado león le zamparon de apodo Marcos. Nunca supieron ni mi abuelo ni sus abuelos que le contaron la historia, si este era el verdadero nombre del patojo.

Los únicos dos sitios donde se podía encontrar agua para beber o lavar eran el río Paismichi',[9] que quedaba bajando por Chuisiwan[10] y un pocito de agua que brotaba de entre las rocas, al pie de un palo de sauco que estaba enterrado en el mero corazón de la montaña, desde donde se podían divisar los cuatro cerros que vigilan los sueños y las oraciones de nuestros abuelos.

La María, que así se llamaba la patoja, salía todos los días a lavar al ojo de agua los calzones de manta de su hombre y su huipil rojo y su corte negro bordado con un lindo arco iris de colores. Cuando apenas el sol comenzaba a levantarse por Pasik'el[11] también la María se levantaba, hacía los oficios de la casa y al despuntar los primeros rayos de luz, ya estaba en el lavadero de piedra que tenía en la orilla del pozo.

Un día, creo que oxib' tijax (3-tormenta), en el que hasta al sol le costaba salir por el tanto frío que hacía, se despertó la María y a oscuras todavía comenzó a poner el fuego para echarle unas sus tortillas al Marcos. Y por más que soplaba y soplaba la leña aquella no ardía.

- Tal vez porque no he hecho mi oración, pensó. Y arrodillada, mirando al oriente, removió las tres piedras del fogón y comenzó a susurrar:

- Uk'u'x Kaj-Uk'u'x Ulew. Tew-Kaqiq'. Loq'alaj Qanan-Loq'alaj-Qatat[12], o algo así, se le oía decir.

Y vuelta otra vez a intentar prender el fuego y nada. Ni con todo el manojo de ocote ardía y aquello era una sola humazón.

- A saber si le has hablado a otro hombre y por eso no te enciende el fuego, dijo Marcos tosiendo y con una voz de quien acaba de despertar.

- Por Diosito que no! Sólo a vos se te ocurre! No he hablado a nadie, respondió asustada la María y con la carita llena de lágrimas, más que por la pena, por el humo de aquella leña húmeda que le picaba los ojos. Ella sabía que no tendría el valor de traicionar a aquel a quien le había prometido todo su amor.

Apenas pudo medio calentar unas tortillas del día anterior y dejarle al Marcos un poco de chile en la piedra de moler para que comiera algo antes de salir a limpiar su milpa. Y a pesar de la mala suerte con que se había levantado y de que los espíritus de los abuelos y de las abuelas andaban sueltos, la María salió como de costumbre a lavar a aquel pozo de agua que brotaba de entre las piedras del warab'al-ja[13] que estaba a la sombra de aquel sauco.
Llegó tarde al lavadero, ya cuando el sol entraba entre las ramas del sauco y se encajaba como lanzas de luz en el azul del agua. Apenas había lavado su huipil y su corte y estaba restregando los calzones del Marcos con la hierba de perro[14] para dejárselos blanquitos como a él le gustaban, cuando sintió un gran miedo al ver una sombra que la cubría.

- El espíritu de mi abuelo que anda penando!, dijo, y se quedó paralizada sin poder mirar atrás.

Su mirada se quedó clavada en el pozo y entre los círculos que formó una hoja de sauco al caer en el agua, empezó a distinguir el rostro de un hombre que la miraba como en el reflejo de uno de esos espejos de los hombres blancos que alguna vez pasaron por su pueblo y les habían dado a cambio de sus collares de oro y jade. Era un hombre moreno, igualitito como se pone la tierra cuando llueve. No alcanzaba a saber quién era, no lo reconocía por los reflejos y destellos de la luz del sol sobre el agua.

- Ya aclarece. Dijo la voz de la sombra.

La María quiso responder al saludo pero no pudo porque el miedo todavía la mantenía con los dientes apretados y mordiéndose los labios.

- ¿Está bien tu rostro? Preguntó la voz.

Y ella, tranquilizándose un poco, porque en la voz reconoció que se trataba de un hombre joven aún, soltó los calzones de manta sobre la piedra y volteó su mirada hacia el patojo que la cubría con su sombra. Miró al hombre y reconoció en él a un fuerano[15], porque aunque tenía su mismo color tostado, sus ojos, su nariz y su cara no tenían los rasgos de la gente de por ahí.

- Ya aclarece. Está bien mi rostro, como estás viendo. Se animó a contestar la María. Vos no sos de aquí ¿verdad?

- No, no soy de aquí. Contestó el hombre.

- Ya me imaginaba yo. Porque no hablás como nosotros.

- Es que mi lengua es el mam[16], dijo el hombre.

- Ah, entonces sos de Huehue[17], dijo la María con toda seguridad.

- No, soy de Witán[18], también ahí hablamos mam.

- ¿Y cómo es que hablás nuestra lengua? preguntó la María.

- Porque he viajado a muchos pueblos, he estado en muchos lugares. Pero ahora he venido aquí porque quería buscar mujer. Me dijeron que en esta montaña, en este warab'al-ja, pide uno su mujer. Y ya ves, apenas he llegado y ya te encontré a vos. Corazón del Cielo Corazón de la Tierra me escuchó antes de que yo le...

- Si vos ni me conocés! Dijo la María cortándole las palabras al hombre como se cortan los pescuezos de las gallinas para el sacrificio. Y además yo ya tengo mi hombre y no puedo hablar con vos. Dijo con una voz que no podía ocultar su enojo.

- ¿Y por qué no podés? Insistía el hombre.

- Porque yo digo que no!

- Pero ¿qué dice tu corazón?

- Mi corazón también dice que no. Porque tengo a mi Marcos y no puedo tener dos corazones. Sólo tengo uno y ése es para él. Y además, a Dios no le gusta que uno sea de dos corazones.

- Pero si Dios tiene dos corazones, uno para el cielo y otro para la tierra. ¿No es eso lo que te enseñaron tus abuelos?

- No sé por qué te escucho, cortó la María. Y tomando la ropa mojada que estaba en la piedra, la puso en su canasto y estaba por echárselo a la cabeza cuando el hombre sacó unas flores de su morral y se las dio a la María.

- Las traía para deshojarlas y ofrecerlas con mi chokonsa'n[19], pero ya que te encontré, mejor te las doy a vos. Dijo el hombre, y besando el ramito de flores, se las ofreció.

- Pues si las ibas a deshojar de todos modos... mirá lo que hago con ellas...! Las restregó en sus manos y las molió y las molió, hasta que las dejó hechas un solo bagazo. Las botó entre las piedras del warab'al-ja y se limpió las manos restregándoselas en el huipil. Y como ánima en pena, salió corriendo.

- Así me gusta! Esta mujer sí es arrecha[20]. Te espero aquí mañana! le gritó.

La María ya no alcanzó a escuchar las últimas palabras del hombre de Witán. Corrió como una venada en el monte y en menos de lo que se reza un "Qajaw Chikaj"[21], ya había llegado casi a Chuisiwan. Llegó a la casa y volvió a intentar encender el fogón con los leños que se le habían quedado a medio arder por la madrugada. Puso el nixtamal[22] con tanta cal, que las tortillas se le quebraban al voltearlas en el comal. Se le olvidó echar la sal a los frijoles. No pudo conseguir hacer nada en toda la mañana. Sólo salía y entraba en el ranchito pensando en el hombre aquel y sentía que su sombra la perseguía por todos lados.

- De verdad que hoy es tijax, a saber qué espíritu se me apareció! Se decía, queriendo convencerse de que se trataba de un sueño.

- Ya vine!, oyó que decía el Marcos al entrar.

- ¿Ya viniste? Ta bueno, venite a lavar tus manos para que comamos nuestra comida. Le puso el huacal[23] con el agua tan caliente que al meter en él las manos, el Marcos pegó un grito.

- ¿Es que hoy te has levantado de dos corazones? ¿Qué te pasa? María no respondió, en silencio le sirvió un su buen tecomate[24] lleno de frijoles y su altero de tortillas.

- Comé tus tortillas, le dijo, alargando el brazo hasta el banco de ocote[25] donde se sentaba su hombre. El Marcos inclinó la cabeza sobre su plato de frijoles y después de un momento de silencio, tomó una tortilla, la besó y levantando la vista y la tortilla hacia el cielo, dio gracias a Madre-Padre por su comida. Cortó un pedazo de tortilla y haciendo un bocado con un poco de frijoles, se la echó a la boca. No disimuló su enojo.

- Al nixtamal le pusiste toda la cal de Xekokoch[26] y a los frijoles ni pizca de sal. Vos estás enamorada de otro hombre, no me lo vas a negar!

- Que no, papayito, ya te dije que no, dijo la María, arrastrando su voz como la de quien tiene la certeza de que dudan de su palabra.

- Desde que llegué olí ese perfume que te has echado. ¿Cuándo has usado perfume vos? ¿Acaso una mujer se pone perfume cuando va a lavar? Dijo el Marcos levantándose y acercándose a María. Olete, si es que toda tu ropa está perfumada. ¿Te has conseguido un hombre de pisto que sí te pueda cumplir tus antojos, verdad?

La María se acordó de las flores que le dio el hombre de Witán y de pronto se sintió envuelta por el perfume como había sentido la sombra. Ya no dijo nada, inclinó su cabeza y se miró tan humillada que sintió que el Marcos la trataba como si sólo fuera una su sirvienta.

Como era día tijax, y dicen las abuelas que esos días los espíritus de los difuntos andan sueltos, ya no quiso salir del rancho. Allí se estuvo toda la tarde mirando el sol que caía por Xesaná[27]. Parecía que Dios había comido gallo ese día, porque las nubes se pusieron rojas, rojas, como el Corazón del Cielo. Cuando se hacía ya oscuro, llegó Marcos y sin decir una palabra entró en la casa, desenrolló el petate[28], lo tendió sobre la tierra y se acostó. Entre las sombras que hacían las pocas llamas del fogón, María pudo ver el rostro de Marcos. Tenía los ojos más tristes que nunca le había visto. María apagó el fuego y se echó al lado de su Marcos. No dijo tampoco una palabra, sólo le echó el brazo en la cintura y sin poder pegar un ojo en toda la noche escuchó el cacaraquear[29] de las gallinas que buscaban qué comer entre las ollas arrinconadas a un lado del fogón. Se dio cuenta que era ya otro día porque sintió a Marcos despertarse como siempre a la misma hora como el cantar del gallo. Fue la noche más larga de su vida y sintió que algo grande le iba a pasar, algo así como el nombre de ese día que amanecía.



Y así, con esa profunda agonía pasó el Kiejeb' Kawoq (4-Mujer). Según el calendario de sus abuelos, era el día de los pleitos y de las malas ideas. Y para no estar pensando en lo que le había pasado ayer, se fue temprano al cerro de Pachaj, porque este día también es bueno para pedir perdón a nuestra Madre Tierra. Se arrodilló frente al warab'al-ja, inclinándose besó las piedras, miró hacia el gran sol que comenzaba a asomarse detrás de Q'umarqaj, desató el sute con el chokonsa'n y sacó dos atados pequeños de pom, trece candelas blancas y otras tantas de cebo. En su delantal llevaba también un ramillete de flores de sauco y un poco de hojas de pino que había cortado por el camino. Era todo lo que tenía, no llevaba ni chocolate, ni guaro. Tomó las candelas y las hizo una sola en su puño, las besó, las elevó al cielo y como queriendo clavar con las candelas su corazón volvió a mirar hacia la tierra y comenzó a hacer su oración.

- Querida Corazón de la Tierra, mamayita chula: no tengo nada para regalarte, sólo estas dos tres candelas. Madre nuestra, nacemos de tus entrañas, vos nos recibís cuando nacemos, sos nuestra vida, vivimos en tu corazón, mamamos de tu pecho para vivir, nos alimentás, nos cubrís, nos cuidás. En vos caminamos, sos nuestra libertad, sos lugar sagrado. Sos el rostro de nuestra Madre Dios. Vos guardás en tu vientre la vida de nuestros abuelos y de nuestras abuelas. Oíme en mi dolor…

Y mientras seguía rezando bajaba cada vez más la voz hasta que sólo se escuchaba un murmullo que el viento se lo iba guardando en su corazón como se atesoran los huipiles en los cofres de Chuimiq'ina'. Sembró el atado de candelas blancas en el lugar del sacrificio, rompió los atadillos de pom y fue colocando sus granos alrededor de las candelas. Frotó y frotó sobre la paja del pom las dos piedras de obsidiana que sacó de su delantal hasta que se hizo el fuego y con él encendió las candelas de cebo y las sembró junto a las blancas para que juntas se fueran consumiendo y levantando su ruego a Dios. Alrededor de las candelas hizo una alfombra con las hojas de pino, tomó en sus manos el racimo de flores y las fue deshojando poco a poco sobre la ofrenda. En ese mismo momento aquel olor llenó su recuerdo con el perfume de las flores del hombre de Witán. Todos los sentimientos se le cruzaron, sentía que su corazón se le partía en dos: era el gran dolor por ver sufrir a Marcos. Entonces se recordó que también ese era un buen día para pedir perdón a quienes hemos ofendido. Ya no pudo más, lloró y lloró. Las lágrimas más amargas que había derramado fueron cayendo sobre el fuego del sacrificio como cuando el chuchqajaw ofrece el guaro y el chocolate para alegrar y endulzar el corazón de Dios. Lloró todo el día sin sentir el tiempo, hasta que el sol estaba cayendo al lado de Chwitz'aq. Lloró tanto que algunos cuentan que esa noche se formó tal correntada que desde Ojer Tinimit se fue abriendo un gran barranco que llegó hasta el río.

Parecía que las lágrimas habían sacado todo su dolor y así amaneció el Joob' Ajpu' (5-Cerbatanero)[30]. Se dio cuenta de que estaba en su casa cuando los primeros rayos del sol entraban entre la paja que cubría la choza. Parecía no recordar lo que había sucedido el día anterior pero en su interior sentía una gran paz. Se incorporó del petate y de un salto estaba ya de pie.

Marcos estaba al otro lado del barranco que va por el camino a Xo'lja'. Allá, en aquella lomita rodeada de pinos y de soledades, estaba sembrando la milpa que tanto habían soñado juntos. No alcanzaba a comprender lo que estaba tejiéndose en el corazón de su María pero prefería mantener ese dolor dentro de sus entrañas porque no quería enfrentarla y mucho menos acusarla. Por eso prefirió salir antes que el sol y mitigar la pena con el trabajo. Hincaba la azada e iba poniendo su corazón entre las cuatro semillas de maíz que sembraba en cada herida que le hacía a la tierra. Cuando las primeras gotas salobres de sudor rodaban de su frente y le penetraban en los ojos advirtió que ya había amanecido. Enjugó los ojos con la muñeca de su mano y al abrirlos divisó su cabaña en el horizonte que corta como de un tajo la empinada de Ojer Tinimit. Los primeros rayos del sol que habían despertado a María bañaban todo el valle y la casita resplandecía como una piedra de jade en el collar que formaban los floridos palos de sauco rodeando su terreno. Desde ahí alcanzaba a mirar a su patojita saliendo de la casa con el pelo suelto al viento y su carita fulgurante como una gota de rocío. También desde ahí se quedó mirando y mirando, no supo cuanto tiempo, hasta que la luz del reflejo de María y del sol le cegaron por un momento la vista y cuando se restregó de nuevo los ojos la imagen de María se le había esfumado. Y de verdad, lo único que podía ver ahora era una columna de humo detrás de la casa. Era María que estaba haciendo su oración en el warab'al-ja que don Jerónimo Tiw, el abuelo de Marcos, había plantado en el labio del barranco. Ella sabía que este día es bueno para agradecerle a nuestra madre naturaleza todo lo que nos ha dado y por eso ofreció en el altar familiar dos docenas de copal pequeños, media libra de candelas amarillas pequeñas y un octavo de aguardiente como había aprendido de su abuela. Pero como también este día era bueno para pedir fuerza a Dios, desde esa esquina del mundo, quería poner una buena estaca que le ayudara a amarrar bien su corazón y a dejarlo hincado con los cuatro manojos de trece candelas amarillas que alcanzó a hacer con la media libra que prescribe el costumbre.
Y como ella bien sabía que este día Ajpu simboliza la alegría en la familia, la siembra y la vida de un buen trabajador.

Es el dueño de la vida de los animales domésticos. Es el guardián de la creación de Dios, de los montes y los valles y de las pertenencias de los difuntos. Capacidad y buena suerte para la crianza de las gallinas, los chompipes, los coches, los chivos, los conejos, los venados, los perros y todos los animales domésticos que Dios ha puesto en la persona nacida en este día.

Apenas le dio tiempo de esperar a que el fuego se consumiera cuando ya no est



una moneda de los collares de fiesta

Ya se que estás pensando que eso pertenece a Lencho Ixkoteyak, pero será nuestro el día que cambie nuestra situación.

Se dio cuenta que algo grande iba a suceder ese día (se encuentra al Awitán y se enamora, le promete que se queda con él si le construye la casa),

el 6-Locura (Comienza a construirle la casa, se enloquece por el hombre de Witán),
Simboliza la locura, los pleitos, el desconsuelo en la familia. Dueño de la alegría, de la paz, de la penitencia y de la vocación al servicio del pueblo, que Dios ha puesto en la persona nacida en este día.
Día bueno para acordarnos de Dios. Pedimos la paz y la unidad en nuestra familia. Este día se hace en las casas de las cofradías y en la iglesia.

el 7-Viento (La María cuenta a Marcos su enamoramiento y que el awitán le está construyendo la casa),
Simboliza el corazón del frío y del viento que andan y caminan en los barrancos, cuevas y cañadas, en las montañas, entre las espinas y las ramas de los árboles, entre las nubes y la bruma; Es el frío del espíritu de Dios, de la sabiduría y de la autoridad. Símbolo de desesperación e inestabilidad emocional en la familia. Capacidad orientadora y solidaridad al servicio de la familia y la sociedad que Dios ha puesto en la persona nacida en este día.
Día bueno para pedir perdón a Dios y a nuestros abuelos y abuelas si vivimos de malas ganas en nuestro hogar. Este rito se hace en el cerro Tzankrus.
el 8-Aurora (Marcos va y destruye los muros de lo que Awitán ha construido),
Simboliza el amor y la afectividad de la mujer. Símbolo del enojo, de la calumnia, de la pereza, de los celos, de la desesperación en la familia y en la sociedad. La mujer es dueña de este día.
Día bueno para pedir perdón a Dios y a nuestros abuelos y abuelas si hay pleito, enojo, incomprensión o desunión en nuestra familia o con nuestros vecinos. Este rito se hace en el cerro Pasarka Juyub’.

el 9-Red: Relb’al Tiox (María se va con Awitán a llevarle su comida, este la atrapa y ella se enreda con él. Entra en la casa que le ha hecho el Awitán. Marcos va por ella al tz'olojche', y la lleva de nuevo a su casa de Ojer Tinimit: tijb’al joch’, ella regresa a la casa del tz’olojche’ y duerme ahí.),
Simboliza las redes que nos atrapan en los pleitos, la desunión y el desprecio.
Bueno para pedir fuerza a Dios y a nuestros abuelos y abuelas para prevenir pleitos y enojos. Este día es delicado, no se pueden solucionar problemas. Hay que cuidarse mucho de todos los pleitos. Este rito se hace en el cerro Pawoqrb’aj.
el 10-Serpiente: Mixprix (Marcos va por la mañana a llevar a la María a su casa de Ojer Tinimit: tijb’al joch’, Cambio de cofradía, de nuevo ella se regresa, ve una serpiente en el camino que le anuncia que alguien va a morir),
Simboliza el espíritu de la autoridad en la familia y en la sociedad. Espíritu de la enfermedad. Capacidad de ejercer la autoridad, capacidad en el trabajo y de hacer justicia que Dios ha puesto en la persona nacida en este día.
Bueno para comunicarnos con nuestros abuelos y abuelas difuntos, para que ellos se sientan parte de nosotros y nos vaya bien en nuestro negocio y con nuestra familia. Este rito de hace en el cerro Awitán.

el 11-Muerte: Nimaq’ij (Marcos mata al Awitán, lo tira al barranco. La María lo busca por todo el pueblo, por todos los caminos y casas, sale por todo el pueblo, regresa a la casa sin encontrarlo.)
Simboliza la pureza humana, el espíritu de la sabiduría; el camino de la vida que pidieron nuestros abuelos y abuelas a Dios Creador y Formador para su destino. Espíritu de la vida, de la capacidad orientadora de nuestros abuelos y abuelas que Dios ha puesto en la persona nacida en este día.
Bueno para pedir perdón a Dios y a nuestros abuelos y abuelas y a todos los santos. Agradecemos a Dios nuestra salud, nuestra existencia y la vida de nuestras hijas e hijos. Este rito se hace en Pachaj.
y el 12-Venado: Jachb’al Santo (encuentran al Awitan y se lo llevan a la María a la casa que él le construyó, antes de llevarlo lo pasean por el pueblo y luego se lo entregan a la María).
Simboliza la sensibilidad en la mujer y el hombre. Dueño de la autoridad, de la capacidad intuitiva; espíritu de la sabiduría y de la esencia de la vida. Capacidad orientadora y solidaridad al servicio de la familia y la sociedad que Dios ha puesto en la persona nacida en este día.
Este día es uno de los cuatro gobernantes que rigen sobre la tierra. Podemos decir que es uno de los ayudantes de Dios. Este día es bueno para pedir a Dios y a nuestros abuelos y abuelas la protección de nuestras hijas e hijos. Agradecemos a Dios nuestra vida, comida y bebida y nuestra vocación. Agradecemos a nuestra madre naturaleza todos los favores que nos concede siempre, Es día especial para pedir a Dios Madre-Padre que nos ayude a descubrir los signos de los tiempos; y que nos dé fuerza para proyectarnos mejor en el trabajo y compromiso con nuestro pueblo. Pedirle a Dios que nos dé un pensamiento justo para juzgar lo bueno y lo malo. Según nuestros abuelos y abuelas de Tz’olojche’, Doce Venado es el alcalde que juzga justamente los últimos días de la tierra, porque es cargador del año y es el que tiene mayor autoridad sobre nuestra vida. Este rito se hace en el cerro Pachaj, Pawoqrb’aj, Ik’laja o en la iglesia.

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El Marcos escribió después la vida del Awitán Achí, pero tanto quiso a la María y tanto le dolió lo que sintió por ella que nunca pudo escribir la historia de ella y de cómo nació su amor por aquel hombre, porque siempre que comenzaba a escribir sobre ella comenzaba a llorar tanto que mojaba las hojas de papel y la tinta se corría que era imposible leer nada. Esto que les cuento es lo que yo escuché de mi abuelo. Yo le pregunté: Abuelo, Si Marcos está en la puerta cuidando la casa del Awitán que se quedó con su María ¿será que no tiene celos del Awitán? ¿Será que no tiene celos de la María? Sólo esto me contestó: Ay, no mijo, ellos son Santos!
[1]. Saúco, árbol de flores blancas y frutas negras que se utiliza como medicina y como alimento. El nombre original de Santa María Chiquimula es Tz’olojche’, que significa árbol de saúco (Tz’oloj: saúco. Che’: árbol)
[2]. Semillas rojas del Palo de Pito, especie de “ábaco” que utilizan los chuchqajaw (sacerdotes mayas) para hacer los cálculos matemáticos en relación al calendario maya. A este instrumento en Castellano le llaman tiempo.
[3]. “Pueblo Viejo”, lugar donde, según la leyenda, fue la primera fundación de Santa María Chiquimula.
[4]. Patoja, patojo: joven, muchacha (o), adolescente.
[5]. Aldea donde se trabaja la alfarería.
[6]. Ceremonia en la que se celebra el matrimonio de acuerdo al ritual maya.
[7]. Tocayo. Persona que lleva el mismo nombre que otra. Por lo general, las personas llevan el nombre de sus abuelos.
[8]. Felino de la familia del ocelote o puma americano.
[9]. Río que baña la cuenca sureste y norte de Santa María Chiquimula.
[10]. Paraje al suroeste de Santa María, cuyo nombre significa: Frente al barranco.
[11]. “Donde abundan los chocoyos (loros)” Cerro donde nace el sol, símbolo de la Vida de Dios.
[12]. “Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra, Frío-Viento. Querida Madre-Querido Padre”. Son los nombres que se le suelen dar a Dios o a su acción entre nosotros.
[13]. “Dormidero-casa”. Lugar sagrado en la casa, en las montañas o en los ríos, donde se hace la oración. Se cree que en estos lugares Dios está cuidando de sus hijos. (Dios vive, camina y hasta duerme en medio de nosotros. “Comparte nuestras pulgas”. Usted puede visitar a una persona, trabajar con ella, caminar con ella, visitarla, comer en su casa. Pero dormir... es lo que más cuesta hacer a quien visita a alguien.)
[14]. Frutillas negras de un arbusto que se refriega en la ropa para blanquearla en el momento de lavar.
[15]. De afuera. Se refiere a las personas que sin ser extranjeras, son de otro pueblo de Guatemala.
[16]. Lengua que hablan las personas de la etnia del mismo nombre. La cultura mam es una de las cuatro etnias mayoritarias del mundo maya de Guatemala.
[17]. Huehuetenango. Departamento al occidente de Guatemala, cuya cabecera departamental lleva el mismo nombre. La etnia mam es la mayoritaria en este departamento.
[18]. Municipio al noroeste del departamento de Quetzaltenango, de la etnia mam.
[19]. Materiales que se utilizan como materia prima para elaborar la comida y para hacer un sacrificio –alimento ofrecido a Dios- (incienso, candelas, pom, flores, chocolate, azúcar, guaro, huevos, gallina, etc.)
[20]. Vivaz, emprendedora.
[21]. “Señor del Cielo”. Padre Nuestro, oración en k’iche’ que los primeros evangelizadores tradujeron y que muchos ancianos aún conservan en su memoria y la repiten en sus oraciones.
[22]. Maíz remojado y cocido en cal, que molido sirve para hacer las “tortillas”, base de la alimentación de todo Mesoamérica.
[23]. Recipiente para lavarse las manos.
[24]. Cáscara de una especie de calabazo que sirve como plato o vaso. Algunos son decorados con grabados alegóricos.
[25]. Astillas de pino con resina, usadas para facilitar el encendido del fuego en la cocina. El ocote encendido también es usado para iluminarse en los caminos.
[26]. Paraje de la Aldea Chuachituj, al suereste de Santa María Chiquimula, donde se produce la cal. Su nombre significa: Debajo del cerco de la casa.
[27]. Aldea al occidente de Santa María Chiquimula. Su nombre significa: Debajo del seno del río.
[28]. Esterilla hecha de paja o palma que sirve para sentarse o para dormir. Es también el símbolo de la autoridad, porque en el petate (pop) se sientan los ancianos y las autoridades para transmitir sus conocimientos y tradiciones: es la cátedra de los mayas.
[29] . Verbo onomatopéyico que designa el sonido que hacen las gallinas cuando están inquietas.
[30]. Este día Simboliza la alegría en la familia, la siembra, la vida de un buen trabajador. Es el dueño de la vida de los animales domésticos. Es el guardián de la creación de Dios, de los montes y los valles y de las pertenencias de los difuntos. Capacidad y buena suerte para la crianza de las gallinas, los chompipes, los coches, los chivos, los conejos, los venados, los perros y todos los animales domésticos que Dios ha puesto en la persona nacida en este día. Este día es bueno para pedir fuerza a Dios; para agradecerle a nuestra madre naturaleza que nos ha dado todo. Este rito se hace en el altar familiar.